viernes, octubre 26, 2018

EL RELOJ


Desde tiempos inmemoriales los viajeros que ahora circulan por la Nacional V, o la E 90, antes de construirse esta autopista lo hacían por lo que nosotros conocemos como la Carretera. Eran viajeros que iban camino de la Corte (Madrid o Lisboa) o regresaban de este destino. Y no tenían más remedio que pasar por Talavera la Real porque estábamos en ese camino, es más, tenían que atravesar el pueblo porque ese camino Real, o camino del Rey pasaba por la mitad del pueblo. Hoy en día ese camino Real es lo que conocemos como la calle Real.
Para que los viajeros hicieran un alto en el camino Talavera contaba también con uno o dos mesones, según las épocas.
Bueno, a lo que vamos, que nos salimos de la carretera y nos metemos en caminos y vereas.
Entre estos viajeros era muy común que escribieran crónicas de estos viajes, algunas se publicaron, y muchas han llegado a nuestros días. Y es aquí donde queremos llegar, o es desde aquí desde donde vamos a partir para nuestra crónica de hoy.


Lámina de niño y caballero, éste lleva el reloj de bolsillo asomando por la cintura.


En estas crónicas, de manera más breve que amplia nos han ido desvelando “secretos” o peculiaridades de nuestra pequeña aldea. Indudablemente no podemos esperar que se recreen el mismo tiempo en nuestro pueblo que en enclaves mucho más importantes, Badajoz, Mérida, Cáceres…
Hoy nos vamos a detener en un suceso curioso que ocurrió en septiembre de 1760. El viajero de ese momento fue Joseph (Giuseppe) Baretti. De origen italiano pero residente en Inglaterra, viaja varias veces por España y Portugal. Las peripecias de este viaje se detallan en su libro “Un viaje desde Londres a Génova, a través de Inglaterra, Portugal, España y Francia”. Publicado en Inglaterra en 1770.
Desde Badajoz llega nuestro cronista a Talaveruela el 23 de septiembre de 1760. Se aloja en el mesón de los Caballeros, uno de los 2 que había en aquellos años en Talavera. Tenemos fundadas sospechas que este mesón estaba a la salida del pueblo, al principio de la calle Derecha, a la altura de los primeros números de esta calle. A pesar del nombre, este mesón servía de posada para caballeros, muleteros, comerciantes, viajeros, militares, buhoneros… Todos ocupaban los camastros que ofrecían estas posadas y se satisfacían con sus comidas y bebidas y utilizaban sus tinas para asearse. Para las caballerías disponían de amplias cuadras y patios para los carruajes.
Mientras esperaba para que le sirvieran la cena, Baretti sale a pasear por la calle, poco que visitar, según comenta en su crónica, y rápidamente se ve rodeado por un grupo de niñas que se acercan a curiosear al extranjero. Baretti, en un gesto cotidiano se saca el reloj del bolsillo, las niñas observan los gestos del forastero y el aparatito. Esto le da pie a Baretti para atraer más, si cabe, la atención de las niñas. Empiezan las preguntas y respuestas. 
Una de las más avispadas le pregunta y el contesta que es un reloj y que le dice las horas. Las niñas aún más asombradas siguen preguntando por si el reloj hablaba. Baretti le acerca a la niña el reloj a la oreja para que escuche el tic-tac. Todas se agolpan para escuchar como “habla” y lo que “dice” el reloj.
Al grupo de niñas se unen algunos hombres y mujeres por el griterío y el barullo que formaban. 
Baretti les explica el funcionamiento del reloj, pero los curiosos no son capaces de entender y el viajero desiste de dar más explicaciones.
Suponemos que el reloj que llevaba nuestro viajero sería el reloj típico de bolsillo, que en aquellos años se colocaba en un bolsillo pequeño que llevan los pantalones junto a la cintura (actualmente podemos ver este pequeño bolsillo en los pantalones de pinzas y en los vaqueros). Este reloj solía llevar una cinta y cadenas de las que se tiraba para sacar el reloj del bolsillo y que iba muy adornada. Mucho tiempo después, este reloj se pondría en el bolsillo del chaleco con una cadena sujeto a un botón o al ojal del chaleco.

Reloj de sol del Convento de Carmelitas descalzas de Talavera la Real.

Y si no conocían los relojes, cómo se las arreglaban para saber las horas? 
Ya en esos años, mediados del siglo XVIII, era normal que las clases más altas, militares de alta graduación, eclesiásticos distinguidos, dispusieran de estos artilugios, pero las clases medias y bajas no tenían medios para comprar estos aparatos, casi todos eran de oro o plata, hechos a mano y con gran cantidad de adornos, por lo que su precio seria muy elevado. Además en nuestro pueblo estos personajes de clases sociales altas solo eran una pequeñísima minoría y los más de estos con residencia en otras localidades más importantes como Badajoz o Mérida.
El pueblo se orientaba por el sol y por los toques de campanas. Pero cómo sabían en la iglesia, el convento o ermitas la hora? Pues un recurso muy popular eran los relojes de sol. Aunque el inconveniente serían los días nublados, sin sol. Pero se las apañarían. Con un par de relojes de bolsillo, más los de sol, quizás algunos de arena, o de péndulo.
Por más que hemos hemos indagado en la iglesia parroquial no hemos encontrado ningún reloj de sol. Tampoco en la ermita de San José, de las demás ermitas solo se conserva la del cementerio y tampoco nos revela ningún indicio de que pudiera tener uno de estos relojes. Pero, sin embargo, en el Convento se conserva, un poco deteriorado, un reloj de sol, que en su momento tuvo que tener su encanto. Está situado en la fachada orientada al norte de lo que las hermanas llaman el jardín. Esta orientación es fundamental para que el reloj esté siempre expuesto al sol y así la sombra del clavo (en nuestro caso metálico) pueda señalar las horas. 
A pesar de las numerosas capas de cal que lo cubre y la altura a la que se sitúa, nos parece que la forma está grabada sobre el ladrillo de la pared. No se observan señales de números, ni letras ni otro adorno. 
Es uno de los muchos tesoros ocultos que encontramos en nuestras averiguaciones sobre Talavera y que nos sirven para escribir estas pequeñas anécdotas de nuestra historia local, y que, como bien sabéis, nos encanta compartir con todos vosotros.
A ver si alguno más se interesa por estos trabajos, por estos estudios, de verdad que es apasionante.

Cristóbal Cansado y Antonio Gómez. Junio de 2018.

Publicado en el diario digital "Talavera con V" el 4 de junio de 2018.


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