Cuando se cumplen los 300 años de la Real Academia Española de la
Lengua (RAEL), he querido investigar a los extremeños que formaron parte de esa
ilustre institución, con el único objetivo de despertarlos del sueño de los
justos, al que su tierra y su gente los habían sometido. Se cumple una vez más
esa maldita vocación cementerial de los españoles, que entierra a sus mejores
hijos, para volver a desenterrarlos siglos después. A lo largo de la Hª siempre
hay una cadena de hombres grandes y libres, sabios y justos, que por encima de
las ideologías y de los avatares políticos, son capaces de admirar y contemplar
a los mejores, sean quienes sean, piensen lo que piensen, y vengan de donde
vengan; y con el señorío que da la libertad y la verdad, son capaces de
desenterrarlos para hacerles justicia y ponerlos en el trono cultural que por
derecho propio, y por prestigio profesional, les correspondía. Yo me quisiera
hoy unir a esa cadena, aunque mi eslabón sea el más débil.
Portada de la Casa de Murillo (Plaza de España) Talavera la Real.
Desde la WEB de Talavera
la Real, querría yo alzar mi copa por ellos y felicitarlos en su 300º
aniversario, ahora que comparten destino con las musas de la inmortalidad. Y lo
quiero hacer de la mano de los que son el Alma Mater de esta web, que tanto
bien aporta a la historia y a la cultura de Talavera; vaya también por ellos mi
brindis, dado que son los “pequeños académicos” que desentrañan las raíces de
nuestro querido pueblo. Ahora vale la pena descorchar un Pesquera. Servidle la
copa a Antonio Gómez, a Cristóbal Cansado y a Daniel Gómez, y repetid conmigo
la célebre sentencia de Terencio:
¡Sin Ceres, ni Baco, Cupido se enfría!
Vaso de pila de agua bendita (estilo visigodo). Iglesia parroquial de Talavera la Real.
Probablemente,
ninguna Institución cultural extremeña recordará este año a estos trece héroes
de la cultura, pero conviene recordar que la fuerza simbólica de los pueblos se
alimenta de iconos que mantienen viva la memoria de los huesos de sus abuelos.
La sabiduría de las canas no se resiste a las mascaras de los fanáticos de
turno. En este caso, el icono brota en un pequeño pueblo de Extremadura, como
el tocón de Jesé, ansiando una primavera cultural en nuestra tierra; puesto que
cuando los pueblos recuerdan a sus mejores hijos, entonces, y sólo entonces, es
cuando se preparan de verdad para ser también ellos los mejores de su tiempo.
Al igual que, en el envés, la gente sin la memoria de sus raíces se prepara
siempre y sobremanera para el propio exilio.
¡Ilustres
académicos extremeños, Ilustrísimos señores de la verdad y de la libertad!, mi
pueblo no os olvida y los talaveranos os felicitan por los miles de horas que
echasteis en vuestras vidas por buscar la verdad en archivos y bibliotecas
amasando la cultura con el vaho de vuestro aliento. Vuestro rostro de
ilustrados, arrugado de tanto parto y maternidad brilla ahora con la epifanía
de la verdad. ¡Enhorabuena!, aunque solo sea para paliar aquella “Enhoramala”
del silencio y la soledad!
Siguiendo la costumbre
romana de levantar piedras y lapidas de homenaje a los héroes de todas las
guerras, Talavera levanta acta con esta lapida informática a los ilustres
extremeños de la Real Academia. A la postre, queremos justicia. Perdonad el
retraso con que vuestra tierra os reconoce, perdonad el silencio de vuestro
pueblo.
Vaso de pila de agua bendita. Iglesia parroquial de Talavera la Real.
En 2013 se cumplen trescientos
años de la fundación de la Real Academia Española de la Lengua (RAEL). Desde
entonces 13 extremeños han ocupado sillón como académicos de número.
1.- Ya en el momento mismo de su fundación, 1713 con la silla I,
encontramos al Marqués de San Juan de Piedras Albas, don Francisco Pizarro,
natural de Trujillo (1697-1771).
2.- Diego Suárez de Figueroa, capellán
mayor del Rey. Elegido supernumerario en 1727 y académico de número en 1728 con
el sillón L.
3.- Vicente María de Vera y Ladrón de Guevara, natural de Mérida
(1729-1813), Duque de la Roca, miembro de número desde 1763 con el sillón J.
4.- Vicente García de la Huerta, Zafra (1734-1787), académico desde
1760 con el sillón N. Fue archivero del Duque de Alba.
5.- José de Carvajal y Lancaster. Natural de Cáceres (1698-1754). Fue
nombrado director el 1751 con el sillón O.
6.- El s. XIX se abre con Francisco Patricio de Berguizas, del Valle de
Santa Ana (1759-1810). Ingresa en 1801 con el sillón I. “Sacerdote de vida
silenciosa y recatada, pasa por la vida académica casi de puntillas” (Zamora
Vicente). Bibliotecario real, canónigo de Sevilla, abreviador de la Nunciatura.
Dominio de las lenguas clásicas y semíticas, hebreo y árabe
7.- Francisco Antonio González toma posesión en 1808 con el sillón Z, sacerdote
bibliotecario de palacio, y confesor del rey. Estudió en Alcalá donde fue
catedrático de árabe y hebreo. Murió en el Casar el 1833.
8.- Juan Meléndez Valdés, de Ribera del Fresno (1754-1817). Ingresa en
1812 con el sillón B. Personalidad ilustrada y polifacética (poeta, dramaturgo,
ensayista, jurista, político), ocupó cargos importantes durante la ocupación
francesa, al servicio de José I.
9.- Juan Donoso Cortés, del Valle de la Serena, marqués de Valdegamas,
(1809-). Ingresa en la Academia con su famoso discurso sobre la Biblia en 1848
con el sillón R.
10.- Vicente Barrantes Moreno (1829-1898), bien conocido como
historiador, escritor y bibliófilo. Ingresa en 1876 con el sillón g minúscula.
11.- Gabino Tejado Rodríguez (1819-1891). Ingresa en 1881 con el sillón
f minúscula. Colaborador de muchos periódicos, escribió varias novelas y obras
de teatro.
12.- Enrique Diez-Canedo (1879-1944), crítico, ensayista, poeta y traductor. Tomó posesión de su sillón R en
1935.
13.- Antonio Rodríguez Moñino, de Calzadilla de los Barros,
(1910-1970). Entró en la Academia en 1968 con el sillón X.
Pila de agua bendita (reutilización de piezas visigóticas). Iglesia parroquial de Talavera la Real.
Bibliografía:
Se puede ampliar en la web: http://www.rae.es/la-institucion/los-academicos/academicos-de-numero/listado-historico.
Abdón Moreno García.
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