Anoche pasó por la calle
el Cristo de la Agonía
aspado sobre el madero
y coronado de espinas.
Al pasar surge una copla
de garganta femenina
que canta con devoción
aquella saeta famosa
“quién me presta una escalera...”
Y cuando calla la voz,
dos lágrimas descendían
por las pálidas mejillas
del Cristo de la Agonía.
Manuel Acedo Guerrero
Jueves Santo
Talavera, 13-04-2006
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