martes, abril 24, 2007

TALAVERANOS EN EL DESCUBRIMIENTO, CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DE AMÉRICA (II) por Esteban Mira Caballos, doctor en Historia de América

3.-LA EMIGRACIÓN POR OFICIOS
En relación a los oficios que desempeñaban en el momento de su partida sólo se especifica en 16 casos de los 104, pues la mayoría iba simplemente como “poblador”, o como miembro de la hueste de un conquistador. Y todo ello muy a pesar de la Casa de la Contratación solía facilitar las cosas a aquellas personas que manifestaban un oficio conocido. En cualquier caso, con oficio o sin él, eran muy pocos los que se aventuraban a marchar al Nuevo Mundo sin tener allá algún contacto o alguna promesa de trabajo concreta.



En este cuadro podemos observar que la mayor parte de las personas de las que conocemos su profesión eran criados, concretamente el 56,25 por ciento. No debemos olvidar que la mayor parte de los emigrantes procedían de los estratos más bajos de la sociedad y por tanto desempeñaban los oficios más serviles. No obstante, debemos advertir que el término criado era muy extenso y abarcaba desde las funciones de secretario hasta las de mayordomo o simple sirviente doméstico.
A continuación, le seguían en importancia los religiosos -frailes y clérigos- de los que tenemos registrados a tres, y finalmente, encontramos dos comerciantes, un solo labrador y un sastre. Los comerciantes eran, en primer lugar, Baltasar Álvarez de Vargas que residía en Lima y que regresó al menos en dos ocasiones a España, donde permaneció varios años. En 1580 pidió llevarse consigo de vuelta al Perú a sus dos hijos legítimos por tener allí “muchas haciendas y cobranzas”. Aunque no tenemos la certeza absoluta, pues, no hemos encontrado referencias al hecho de que llevase capitales consigo para la compra de género en la metrópolis, tenemos la sospecha de que se trate de un perulero . Y de confirmarse el dato sería de sumo interés, pues, el indiano extremeño no destacó precisamente por sus actividades mercantiles, y apenas tenemos localizados unos cuantos peruleros de origen extremeño.
Y en segundo lugar, encontramos dedicados a actividades mercantiles al conocido Juan del Campo que, a juzgar por los caudales que dejó en su testamento, debió amasar una considerable fortuna. Según sus propias declaraciones, se dedicaba al comercio de sustancias colorantes -cochinilla y añil–, de plantas medicinales –que en la época se llamaban drogas- y de cuero . Con total seguridad fue el talaverano que más fortuna y posición social consiguió en los territorios indianos en la Edad Moderna. La cara del éxito, pues, consiguió hacer realidad sus sueños de ascensión social.

4.-LA EMIGRACIÓN SEGÚN LOS DESTINOS
A continuación analizaremos, a partir del cuadro III, la emigración talaverana en base a su punto de destino en el continente americano:


Según podemos observar, la emigración se dirigió principalmente a las dos áreas neurálgicas de la América Colonial, es decir, Perú y Nueva España. Estas dos demarcaciones territoriales aparecen como lugar de arribada de un 64,52 por ciento de la emigración total, es decir, casi dos terceras partes del total. Dentro del Perú la mayor parte de los talaveranos se concentraban en la Ciudad de los Reyes –Lima-, donde se estableció la familia Arévalo Moscoso y supuso la arribada de un buen número de miembros de su parentela que fueron llegando en el tercer tercio del siglo XVI. En la ciudad novohispana de Puebla de los Ángeles había instalada también una nutrida colonia de talaveranos.
Llama la atención como, una vez que un emigrante –casi siempre varón- se establecía en algún punto de América, el efecto llamada era patente y comenzaban una riada de paisanos: primero su mujer e hijos, luego algunos parientes y, finalmente, simples allegados. Este fenómeno es el que se conoce como tirón familiar que está sobradamente verificado en el conjunto de la emigración española a América. No debemos perder de vista que en los territorios indianos la naturaleza se valoraba como un elemento vinculante, y era frecuente que paisanos que vivían relativamente cerca mantuviesen una amistad y un contacto más o menos permanente. Baltasar Álvarez de Vargas, afincado exitosamente en Lima, regresó a España y en 1580, antes de volver al Perú, solicitó llevarse consigo a sus dos hijos legítimos “porque tiene en ellas muchas haciendas y cobranzas”. Asimismo, en Puebla de los Ángeles, estaba afincada Ana Macías que en una carta a su prima María Deza, fechada en 1575 le pidió que le mandase a una de sus hijas y a su yerno, diciendo que no tenía “a quien pueda dejar en esta tierra lo que tengo” . Pero incluso si, una vez allí, se quisiese volver prometía darle “con que se pueda mantener en esa tierra”. Eran, pues, los mismos talaveranos que habían tenido éxito en sus propósitos de ascensión social los que animaban a otros paisanos a emprender el camino de las Américas.
También tenemos registrado en Talavera el caso de familias completas que marcharon a las Indias. Así ocurrió, por ejemplo, en 1603 cuando pasaron a Tierra Firme Miguel Sánchez Doblado, su esposa, sus cuatro hijos y hasta una criada de veinte años también natural de la localidad. Y nuevamente, cuatro años después marcharon a Perú Miguel Sánchez Durán con su mujer, sus tres hijos y un criado, llamado Francisco de Carvajal.

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