jueves, noviembre 09, 2006

El embarcadero honrrado de Talavera, hermoso

Cristobal Cansado, Antonio Corzo y Antonio Gómez recrean la existencia de la barca en el Guadiana, presente antes de la construcción del badén.


LA BARCA
El Guadiana, ancho y caudaloso río, que en otras épocas separó la Bética de la Lusitania, amazónico en tiempos de fuertes lluvias, ha supuesto una barrera y ha precisado, hasta hace poco, de barcas para vadearlo. Estas barcas, a modo de almadías o balsas, pudieron ser manejadas por sirgas y maromas o por remos, como se observa en las fotos.















Para el transporte de personas se usaron también las aplanadas barcas de los pescadores.
“y el embarcadero honrrado
de talavera, hermoso,”
Así, con estas bellas palabras, describe en el siglo XVI el Bachiller Diego Sánchez en su “Introito de pescadores de tierra de Badajoz” al embarcadero de Talavera. Este cura, cantor del Guadiana, es posible que lo atravesara muchas veces para realizar los oficios litúrgicos en el cercano despoblado de Sarteneja.
Las rentas de la barca correspondieron al Consistorio de Badajoz hasta que Talavera se eximió en 1.640 de la jurisdicción pacense. Reacusaba a los regidores de negligencia al haber perdido una fuente de cuantiosas rentas de propios en “la barca de Talavera”.
Respecto a la misma, el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1.791 es muy explícito al decirnos:
Hai un puente mui derrotado en la rivera y una barca en el Río Guadiana, en esta se paga portazgo que se reduce a quatro maravedíes por cabeza así de personas como de ganado siendo del pueblo y doble a los forasteros, esto en las ocasiones de estar el río en madre, pues en la de altura son mayores los derechos según en la disposición que se hallan sus aguas; este puerto se arrienda y su producto corresponde a los propios de esta villa.
Rebaños de ovejas atravesaban el río con esta barca. Siguiendo antiguas cañadas, llegaban procedentes de los valles leoneses para pasar la invernada en Extremadura. El cobro del portazgo era una importante fuente de ingresos para la villa de Talavera; este beneficio fue disminuyendo con el declive de la trashumancia.
Con la aparición del ferrocarril, una vez más, la barca fue empleada con mayor intensidad, ya que la estación de Talavera – verdadero pulmón de la economía del pueblo – se instaló en la orilla opuesta de él.
El embarcadero de Talavera ha desaparecido; la construcción de un badén de hormigón armado permite la circulación de viajeros y mercancías. El río Guadiana, a pesar de estar regulado, sigue haciendo las jugarretas de antaño. Intensas precipitaciones inundan el badén e incomunican ambas márgenes, pero … ya no hay barca para cruzarlo.

EL BARQUERO
Salía de Talavera el viejo barquero y atados al aparejo de su burro llevaba los pesados remos que acababan de repararle. Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando oyó el canto de unas niñas:
Al pasar la barca me dijo el barquero
las niñas bonitas no pagan dinero.
Yo no soy bonita ni lo quiero ser,
Tome usted el dinero y me pase usted.
Entretanto, se alejaba de la aldea por el Camino de la Barca en dirección al río.















Era él uno más de las generaciones de barqueros que durante siglos ha dado este pueblo; se acordaba de su padre y de su abuelo que también lo habían sido, de sus hijos y nietos que ya sólo llevarán el apodo de “barqueros”.
Que este artículo te sirva de merecido homenaje, “¡barquero del Guadiana!”.

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