jueves, julio 10, 2025

DOS CANTIMPLORAS DE PEREGRINO "PILGRIM FLASK" DE STA. MARÍA DE LA RIBERA (TALAVERA LA REAL)

Dos cantimploras de peregrino “pilgrim flask” de Sta. María de la Ribera (Talavera la Real).

José Manuel Jerez Linde

Cronista oficial de la E.L.M. de Guadajira (Badajoz).

La fotografía digital, incluidas las que realizamos desde nuestros teléfonos móviles, ha supuesto un importante avance a la hora de documentar un lugar, un objeto o inmortalizar un momento con una inmediatez sorprendente. Pocos eran los afortunados, hablamos de la década de los años 80, que podían permitirse una de aquellas cámaras y los consabidos y arriesgados revelados que no siempre garantizaban un resultado óptimo. Fue por estos años que me inicié precisamente en el dibujo arqueológico, llegando a esbozar algunos de estos pequeños objetos a falta, como decía anteriormente, de una cámara propia.


LOS ALREDEDORES DE TALAVERA LA REAL (BADAJOZ)

Muchos años después aquellos antiguos bocetos son un interesante testimonio de algunos objetos metálicos, de pequeño formato, incluidos estos del yacimiento de Sta. María de la Ribera (fig. 1). Y entre ellos los que mayor curiosidad me suscitan, son estos pequeños frascos de plomo, que conocemos como pilgrim flask o cantimploras de peregrino (fig. 2), y que varios siglos atrás, acompañaron el trayecto de muchos de estos viajeros desde tierra santa. Morfológicamente poseen cuerpo lentoide (1), aplanado en una de sus caras, están fabricadas con dos valvas de plomo. Cuello que puede ser variable y las asas situadas entre el cuello y el hombro para su suspensión. Es frecuente encontrar una de las caras estriadas, que recuerdan a las vieiras (pecten maximus) (fig. 3) y que guarda una estrecha relación con el apóstol Santiago. Aunque no falta tampoco quien las compara con una especie de bolsa de tela plisada y anudada a la altura del cuello. La otra cara suele ostentar diversos motivos decorativos de tipo figurado pudiendo ser determinantes del taller que las creó.

FIG.2. AMPOLLAS DE SANTA MARÍA DE LA RIBERA (TALAVERA LA REAL. BADAJOZ)

El plomo es a todas luces uno de los materiales más económicos, que además ofrece gran maleabilidad si bien es cierto que, este tipo de objetos, pueden sufrir deformaciones y alteraciones. Su conservación depende en gran parte de contener algún tipo de aleación con cobre que de alguna manera retrasan la aparición de puntos de corrosión.


FIG. 3. IGLESIA DE ALSTADHAUG. NORUEGA

Muchos de nosotros hemos participado de las excursiones organizadas y hemos visitado algunos de los renombrados santuarios que reciben gran número de visitantes. Fruto de estas mismas visitas son los múltiples recuerdos y objetos devocionales que, frecuentemente, traemos consigo a nuestro regreso. Toda esta serie de recordatorios o “souvenirs” que nos acompañan en nuestro hogar, ya sea en forma de estampa, medalla o incluso pequeñas imágenes, los vemos incluso junto al epitafio de algún familiar fallecido. Para nosotros constituye el más íntimo y poderoso deseo de que, esa imagen o santo, acompañe y vele por el alma de nuestro ser querido.

En el caso de estas pequeñas ampollas (ampulla) y su presencia en lugares como la mencionada Sta. María de la Ribera (Talavera la Real), el llamado “Castillo de Guadajira” (2) (fig. 4) o el ejemplar de la finca de Villarreala (Badajoz) (3) son un indicativo de que nos encontramos ante un santuario aunque, en muchos casos y desgraciadamente, no conserve estructuras, al menos visibles, pero en los que si hay constancia de determinados elementos de cierta relevancia. Restos que pueden constituir un indicio de un posible edificio cultual como es el caso de la villa romana de Torre Águila (Barbaño, Badajoz) (4).

FIG.4. EJEMPLARES DE VILLARREALA Y DEL CASTILLO DE GUADAJIRA.

Pero volviendo sobre estos peculiares objetos, y su posible contenido, hemos de tener muy presente la imposibilidad de conservación para cualquier tipo de materia orgánica. No faltan desde luego teorías que apuntan a diversos elementos líquidos: la sangre de algún mártir, las aguas del Jordán, aceite o incluso la cera de las velas prendidas en lugares de culto… Lo cierto es que no se ha podido determinar la naturaleza de ese enigmático contenido que imaginamos permanecería sellado dentro de la pequeña ampolla (Fig. 5). Su presencia en estos santuarios, que acabamos de mencionar, podría ser tomada como los exvotos ofrecidos tras cumplir con ese trayecto prometido.

FIG.5. ALGUNAS PIEZAS DE LA EXPOSICIÓN "AMULETOS"

Lo que sí ha resultado especialmente llamativo para la comunidad científica ha sido determinar las coincidencias, iconográficas y tipológicas, para dos de estas cantimploras halladas en dos puntos muy distantes. La casualidad ha hecho posible emparentar el ejemplar hallado en la ciudad de Acre (Israel) (5), antiguo puerto de entrada a tierra santa, con otro ejemplar idéntico conservado en la ciudad inglesa de Salisbury (Fig. 6). También el museo de las peregrinaciones, en Santiago de Compostela, alberga otro ejemplar de características análogas a estos ejemplares en los que destaca el mismo tipo de flor cuadrifolia (cuatro pétalos) y botón central. Casi en todos los casos se aprecian las características nervaduras que reproducen la valva de pecten maximus (6).

FIG.6. CANTIMPLORAS DE UN MISMO TALLER

Recordemos además que, la decoración en este periodo es anicónica y por tanto evita el uso de imágenes de seres divinos, profetas, o simplemente las representaciones humanas. La coincidencia de esta decoración floral en las dos ampollas que acabamos de tratar pone de manifiesto la existencia de antiguas rutas o itinerarios, conocidos ya por estos viajeros cristianos, y esta es una prueba tangible de ese lugar donde confluyen estos peregrinos. Por otra parte nos encontramos ante dos manufacturas salidas de un mismo taller dedicado seguramente a la fabricación de este tipo de objetos.

FIG. 1. NTRA. SRA. DE LA RIBERA. TALAVERA LA REAL (BADAJOZ)

Cronológicamente, y en base a estas mismas cantimploras, podríamos establecer una fecha próxima al s. XII que parece ser un momento álgido para este tipo de amuletos (7). Por otra parte es significativo que dos de estas ampollas, en concreto las de Sta. María de la Ribera, incorporen el pentagrama (estrella de cinco puntas) y también la estrella de David (seis puntas) (8) que podrían asociarse con su lugar de origen. Tengamos en cuenta que Acre, especialmente a partir del s. XIII, se convierte en un importante centro de peregrinación y por ende una fuente de distribución de estos pequeños artículos. No cabe ninguna duda de que estos pequeños recuerdos, traídos desde tierra santa, serían ofrecidos ante Santa María de la Ribera referida en las crónicas de Solano de Figueroa y Altamirano (9):

“el mejor y más rico de estos templos era el denominado Nuestra Señora de la Rivera, obra hecha por los templarios y después ermita de la Aldea del Conde, pueblo antiquísimo, destruido en el siglo XIII. Aún puede verse algo de este pueblo. En días de invierno, cuando el agua del Guadiana corre transparente, en su cauce, frente al destruido templo, se ven los cimientos de una calle bastante larga y no estrecha, lo que indica no haber variado su cauce el río, con el trascurso de los tiempos, habiendo también variado en las avenidas toda la barranca donde estaba la población, y por esto se ha destruido esta aldea, que debió ser importante”.

Notas:

1- En forma de lente.

2- Jerez Linde, J. M. (2002) “Por tierras de Lobón”, Revista de Ferias, Lobón, pp. 37-47.

3- La finca de Villarreala en el término municipal de Badajoz.

4- Rodríguez Martín, F .G. y Jerez Linde, J. M. (2021) Guía de la villa romana de Torre Águila (Barbaño, Badajoz), Diputación Provincial de Badajoz, Badajoz.

5- Sharvit, J., Buxton, B., H. Krieger, W., Planer, D. y Barkai, O. (2024) “A lead pilgrimage Ampulla from ‘Akko’s Crusader”, The Archaeology of Cult and Religion, vol.116, pp. 401-412.

6- Figenschou Simonsen, M. (2018) “Medieval pilgrim badges. Souvenirs or valuable charismatic objets” en Charismatic objects from Roman Times to the Middle Ages, Cappelen Damm, Oslo, pp. 169-195.

7- Campbell, G. (2015) “Ampullae, re-imbursed: a formal analysis of medieval “shell-shaped” lead-alloy pilgrim ampullae”, Peregrinations journal of medieval art & architecture, vol. 5, pp. 97-134.

8- En concreto el ejemplar de la exposición “Amuletos en las colecciones del Museo Íbero” celebrada en el Museo Íbero de Jaén (2022).

9- Solano de Figueroa y Altamirano, J. (1930) Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz, Badajoz, p. 116.






jueves, junio 19, 2025

ANILLO DE SANTA MARÍA DE LA RIBERA (TALAVERA LA REAL, BADAJOZ, EXTREMADURA). J.M. Jerez Linde.

Un entalle de anillo procedente de Sta. María de la Ribera (Talavera la Real, Badajoz).

José Manuel Jerez Linde

Cronista Oficial de la E.L.M. de Guadajira (Badajoz).

Es por todos conocido el importante yacimiento romano-visigodo de Santa María de la Ribera en el término municipal de Talavera la Real (Badajoz) (1). De entre sus ruinas destacaba, muy especialmente, una especie de promontorio que finalmente sería objeto de diversas nivelaciones y que conocimos como “la ermita”. Se trataba efectivamente de los restos de la antigua ermita de Ntra. Sra. de la Ribera que fue lugar ampliamente referenciado tanto en textos como en mapas (fig. 1).



Figura 1. Detalle del mapa de Tomás López de 1776.


El objeto en cuestión que hoy presentamos, una piedra semipreciosa de poco más de 1 cm de longitud, fue hallada de forma casual en superficie, e ingresada en junio de 2011 (2). Se trata de un entalle de anillo, de forma oval, elaborado en cornalina, de un intenso tono anaranjado traslúcido (3) (fig. 2). Su cara superior es convexa y más ancha mientras la inferior es plana para incorporarla al chatón (tipo 6) (4). En cuanto a la figura representada, y tras no pocas pesquisas, se identificó este personaje desnudo, que hinca la rodilla izquierda en el suelo. Se trata de un fauno ante la llamada cista mystica (5) nombre con el que se conoce esta especie de cesta trenzada en mimbre, que contenía la serpiente y los objetos sagrados para el culto a Dioniso.



Figura 2. Entalle de Santa María de la Ribera. Talavera la Real, Badajoz, Extremadura.

Un tipo de representación que cuenta con numerosos paralelos (fig. 3) dentro del arte en la talla de piedras duras -la glíptica- y más concretamente en época romana. Son conocidas las gemas del Museo Arqueológico Nacional (Madrid) (6), Uxama (Soria) (7), Alesia (Alise, Sainte-Reine) (8), Udine (Italia) (9) o la conservada en el Ashmolean Museum (Oxford) (10) entre otros. La cronología más probable para esta escena se ha establecido, en la mayor parte de los casos, en la primera mitad del s. I a de C., caso del ejemplar del Ashmolean de Oxford, y de época republicana para la conservada en el MAN de Madrid.



Figura 3. Distintas gemas con el fauno ante la cista mystica.


Fechas relativamente tempranas que inevitablemente nos sugieren, que la joya en cuestión, debió tener un carácter ancestral. Recordemos igualmente el uso de los denominados anillos signatarios y que fueron empleados para sellar, sobre lacre e incluso cera, documentos de cierta relevancia. Sellos aun perceptibles es la mano de algunas esculturas como la que permanecen encastradas, en la fachada del palacio de los Mexía (Torremejía, Badajoz), o el togado que se expone en la sala de escultura funeraria del MNAR de Mérida, y que porta este sello en el dedo meñique (fig. 4).



Figura 4. Detalle del anillo signatario en un togado de Mérida.


Notas

(1) Díaz y Pérez, N. (1879) Historia de Talavera la Real, Madrid.

(2) Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (MNAR).

(3) La cornalina es una piedra dura semipreciosa, empleada muy frecuentemente en orfebrería. Es además una variedad de la calcedonia, conocida también como “Piedra de Sadoine”, “La Meca” o de “Santiago”, siendo más apreciadas cuanto más traslúcidas.

(4) Tamma, G. (1991) Le gemme del Museo Archeologico di Bari, Bari, Tav. II – 6.

(5) La cista mística o Priápica es un recipiente con tapadera –tipo canasta- que podía estar elaborada en metal o en mimbre, y que contenía una serie objetos rituales que se empleaban en el culto a Dionisos. Pero esta cesta además era la morada de la serpiente que vivía y guardaba estos objetos, siendo un símbolo viviente de Dionisos. Daremberg, Ch. V. y Edmond Saglio, E. (dir.) (1877-1919) Dictionnaire des Antiquités grecques et romaines, Cista mystica.

(6) Casal García, R. (1990) Colección de Gliptica del Museo Arqueológico Nacional (Serie de entalles romanos). Ministerio de Cultura, vol. II, nº 83.

(7) García Merino, C. (1971) “La ciudad romana de Uxama”. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, XXXVII, Valladolid, fig. 12, nº 6.

(8) Guiraud, H. (2009) “Intailles découvertes en France et Aquilée” en Aquileia e la glittica di età ellenistica e romana (a cura di G. Siena Chiesa e E. Gagetti), Trieste, p. 122, fig. 2.

(9) Tomaselli, C. (1993) Le gemme incise di età romana dei Civici Musei di Udine. Pubblicazioni della Facoltà di lettere e filosofía dell, Università di Pavia 68, Firenze, Tav. IX, nº 164., Capolutti, G., Giovannini, G. y Buora, A. “Catálogo” (1996) en V.V.A.A. Gemme romane da Aquileia – Romische gemmen aus Aquileia, Società Friulana di Archeologia, Tav. IX, nº 164.

(10) Henig, M. y MacGregor, A. (2004) Catalogue of the Engraved Gems and Finger-Rings in the Ashmolean Museum II. Roman. BAR International Series 1332, 3.84.

domingo, mayo 18, 2025

LA VIRGEN DE CHANDAVILA Y SU DEVOCIÓN EN TALAVERA LA REAL

LOS COMIENZOS DE ESTA DEVOCIÓN

Traemos este artículo a nuestro blog, porque en este 2025 se cumplen 80 años de las apariciones en Chandavila, y por ello, declarado templo jubilar y de peregrinación.

Desde tiempo atrás, hemos estado oyendo las peregrinaciones que de Talavera la Real se venían haciendo a la población de La Codosera, a partir de que sucedieran en 1945 las supuestas apariciones de la Virgen en el lugar de Chandavila.

Consideramos que fue Josefa del Águila Hernández la que promovió, durante bastantes años, la devoción a la Virgen de Chandavila.

La constancia lo demostraba en la fachada de su casa, donde se leía rotulado: “Ntra. Sra. de los Dolores de Chandavila ésta es mi casa”. 


Procesión de Ramos y al fondo fachada de la casa de Josefa del Águila 


¿QUE OCURRIÓ EN CHANDAVILA?

Los antecedentes a las apariciones pueden remontarse a 1875, donde en el paraje conocido como de Chandavila se celebró una misa, porque decían que se había aparecido la Virgen, como si ese lugar estuviera ya predestinado por Dios.

Pero, estas apariciones salieron a la luz el 27 de mayo de 1945, dado que a dos jóvenes, Marcelina Barroso Expósito y Afra Brígido Blanco, se les habría aparecido la Virgen como Nuestra Señora de los Dolores. 


Ntra. Sra. de los Dolores de Chandavila


La niña Marcelina Barroso Expósito, que tenía solo 10 años cuando tuvo lugar el encuentro, aseguró haber visto a la Virgen de los Dolores en lo alto de un castaño. Al contar lo ocurrido, Marcelina recibió la reprimenda de su madre. Sin embargo, la Virgen volvió a hablarle pidiéndole que hiciera el sacrificio de caminar de rodillas sobre un terreno lleno de pinchos y piedras. La niña estuvo de rodillas unos sesenta metros, sin sufrir daño alguno. Por un lado, Marcelina narró que, al principio, “veía una forma oscura en el cielo, que en otros momentos se fue perfilando más claramente como la Virgen de los Dolores, con manto negro cuajado de estrellas”. 

Marcelina continuó su vida discreta y, una vez que terminó los estudios, ingresó en un convento de monjas de Sevilla, dentro de la Congregación de las Hermanas de la Cruz.

A la vidente estigmatizada Afra Brígido Blanco, otra joven de 17 años, en el mismo castaño la Virgen también se le apareció. Ve salir de entre las nubes un objeto oscuro, al irse acercando deja perfilada la imagen de la Virgen Dolorosa, le comunica un secreto a Afra que nunca revelará, y le predice sufrimientos. 

Afra y otras amigas, entre ellas Marcelina, estuvieron en Villar del Rey. En una de sus visitas, Afra entra en trance (éxtasis); ve a Nuestro Señor Jesucristo en el Calvario y presencia su crucifixión, sufriendo los estigmas de la Pasión. Entonces le aparecen llagas sangrantes en ambas manos; éstas, a la vez, desprendían un agradable y penetrante perfume, y le acompañarán siempre.

Afra dedicó su vida como seglar a los más necesitados, visitando enfermos y presos. Sus cenizas descansan en la cripta del santuario, también están depositadas vendas que cubrieron sus heridas.

Las videntes: Afra y Marcelina 

 

Otro antecedente es el testimonio de Francisco Pérez Bonacho, al que llamaban “Pacucho”, y era cabrero. Lo que le sucedió, años anteriores, no se lo quiso decir ni a su mujer para no armar escándalos; pero, cuando Marcelina dijo que se le había aparecido la Virgen, él no pudo callarse y manifestó su experiencia.

El niño, José Vélez Castaño de 11 años, dice: Fue una luz tan fuerte y un resplandor tan intenso que no podía apartar la vista, vi eso que sale en la procesión, la Custodia. Era una luz tan grande y cegadora, que salía de aquel centro, que me mareé y caí al suelo, perdiendo el sentido. Eso fue lo que vi y eso lo llevaré en mi corazón hasta que me muera.

El doctor Gerardo Gómez-Trigo, médico de La Codosera, era un escéptico a las apariciones. Le sucedió que, según contó, cuando pasaba por Chandavila, me fijé en una imagen de la Virgen en piedra, que nada tenía de particular; pero, tomó vida y movimiento y me miró. 

El inspector de policía, José Camacho Ruiz, con destino en la zona fronteriza de La Codosera, según su testimonio, el día 3 de junio de 1945 se encontraba mucho público en el lugar de las apariciones y observó que el sol giraba vertiginosamente.

Otras muchas personas aportaron valiosos testimonios, pero también salieron falsos testigos.


LOS CRONISTAS DE LAS APARICIONES

José de la Cueva fue el primer periodista a nivel nacional que, enviado por el Diario Informaciones de Madrid, visita La Codosera enseguida que se tiene conocimiento de las apariciones, y durante tres meses conoce de primera mano todo cuanto pasa, contrastando con el párroco, videntes y otras personas que pudiesen aportar luz a los sucesos.

Decidió imprimir todas las crónicas, en las diferentes visitas que hizo a Chandavila, con el título “Los prodigios de la Codosera”, escrito con devoción y rigurosidad. Prácticamente de sus relatos toman el resto de los otros cronistas. 















Los Prodigios de La Codosera”. José de la Cueva


Le siguió en las visitas el religioso carmelita calzado Fray Hilarión Sánchez Carracedo. O.C., que gozaba de una gran preparación académica y estudios de psicología. Sus varias visitas y estancias en la villa le valieron para conocer la gente del pueblo, a las videntes con las que dialogó. Una de sus obras más importantes de investigación sobre el tema fue: “La aldea de la Virgen (La Codosera)”, con un soneto que dedica a la Virgen, y publicado en 1948.  
















La aldea de la Virgen (La Codosera)” Fray Hilarión Sánchez Carracedo, O.C.


También el franciscano Fray Antonio Corredor García, O.F.M., natural de Montehermoso (Cáceres), en sus visitas a la Codosera va desgranado sucesivos artículos en la revista “La Voz de San Antonio” que dirigió durante 15 años. Reúne en este folleto, primorosamente editado, prologado por el párroco don Juan Galán, titulado "Mi visita a la Codosera", y publicado en Sevilla en 1949.

Y en 1972, tras una conferencia, publica en Cáceres "¿Qué ocurrió en la Codosera?".




Qué ocurrió en La Codosera” Fray Antonio Corredor García. O.F.M.


Y, por último, Don Francisco Barroso Silva, sacerdote natural de La Codosera, que ejerció su Ministerio en varias en varias parroquias, y muy devoto de la Virgen de Chandavila. Estudió en el Seminario de Badajoz y en el Conservatorio de Música. Fue formador del Seminario, profesor del Colegio de la Compañía de María y del I.E.S. San José de Badajoz. Ha sido Canónigo de la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Badajoz, ejerciendo el cargo de Sochantre, maestro de Capilla y Organista, canónigo de la catedral pacense.

Escribió en 2015 un profuso libro sobre estos acontecimientos, con título "Chandavila. Aquello sucedió". 























Chandavila. Aquello sucedió” Francisco Barroso Silva


SANTUARIO Y TEMPLO JUBILAR 2025

La Virgen dijo a la vidente Marcelina: “Quiero que se haga aquí una ermita

Con gran esfuerzo y gracias a los donativos de los fieles se fue construyendo la ermita que hoy conocemos. La construcción del santuario comenzó el 27 de mayo de1947. Es muy significativo que, para la construcción del Santuario, se contara con la recomendación por parte del Obispado del Arquitecto de la Diócesis, don Francisco Vaca Morales, arquitecto del que hemos desarrollado en este blog su trayectoria personal y familiar. 

Ermita recién construida 


Este templo extremeño ha recibido la aprobación de Doctrina de la Fe para la promoción de su devoción a la Virgen de los Dolores: Se trata de la primera declaración oficial de la Iglesia, en sus más altas instancias, acerca del Santuario de Ntra. Sra. de los Dolores de Chandavila, en que surgió esta devoción a partir de las experiencias espirituales de estas dos mujeres sencillas y tras décadas en que se ha consolidado esta popular devoción a la Virgen:“Chandavila ha de ser un lugar de oración y espiritualidad”.

La aparición ha obtenido el nihil obstat por parte de la Iglesia. porque «no hay nada que se pueda objetar a esta hermosa devoción». Con el reconocimiento, sin embargo, el Vaticano no se pronuncia sobre la autenticidad o no de las visiones, sino que certifica que no se han encontrado impedimentos ni objeciones vinculadas a las presuntas apariciones de la Virgen como Ntra. Sra. de los Dolores en el Santuario de Chandavila en Badajoz, Extremadura (España) en 1945.


PEREGRINOS DE ESPERANZA. JUBILEO 2025. 


El Jubileo o Año Santo 2025, otorgado por la Santa Sede, es extraordinario y se concede para celebrar un hecho destacado como es el caso de Chandavila. Durante el jubileo se puede obtener la indulgencia plenaria, para lo cual es necesario peregrinar al santuario, confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa.

La devoción por la Virgen de los Dolores de Chandavila se multiplicó a ambos lados de la frontera, y cientos de españoles y portugueses acuden en peregrinación al Santuario, especialmente, en el Aniversario de la Primera Aparición (27 de mayo). 






















Grupo de jóvenes talaveranas visitando Chandavila


Las visitas y peregrinaciones han seguido fomentándose a lo largo de años en Talavera la Real por Juan Sánchez y Trini Morro, organizando repetidos viajes, bien en taxi o autobús, al lugar de Chandavila; que como vemos, en las dos fotos que mostramos, la inquieta juventud de Talavera ha ido y sigue acudiendo en peregrinación al Santuario.


BIBLIOGRAFÍA.  

BARROSO SILVA, Francisco. "Chandavila. Aquello sucedió". Cofradía de Ntra. Sra. de los Dolores de Chandavila. Imprenta Tecnigraf. Badajoz 2015.

CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II. Const. dogm. Dei Verbum (18 noviembre 1965), n. 4: AAS 58 (1966), p. 819.

CORREDOR GARCIA, Fray Antonio. O.F.M. “¿Qué ocurrió en la Codosera? Ed, Cruzada Mariana, Padres Franciscanos. Cáceres 1972

CORREDOR GARCIA, Fray Antonio. O.F.M. “Mi visita a la Codosera” Sevilla 1950

DE LA CUEVA, José “Los prodigios de la Codosera”. Prólogo de Víctor de la Serna. Imprenta Orellana, 7 Madríd. Octubre 1945

DUARTE INSÚA, Lino. “Historia de la Codosera” Badajoz 1944

GÓMEZ BRONCANO, Antonio y CANSADO GONZÁLEZ, Cristóbal. "Arquitectura de Francisco Vaca Morales en Talavera la Real".

OLMO BERROCAL, José Luis. "La Codosera, un pueblo de la Raya". Revista de Estudios Extremeños. 2017 Tomo LXXIII Nº II

P. ÁNGEL PEÑA, O.A.R. "Apariciones de la Virgen en la Codosera (Badajoz)". S. Millán 2021.

SÁNCHEZ CARRACEDO, Fray Hilarión. O.C. "La aldea de la Virgen (La Codosera) por un devoto de María". Madrid. Imprenta Juan Bravo, 3. 1948.

VALADÉS SIERRA, Juan Manuel. “Bótoa y Chandavila: Dos advocaciones transfonterizas en el Archivo Mariano del Museo Nacional de Antropología” Museo Nacional de Antropología. Madrid


WEBSGRAFÍA

https://haciaeljubileo.com/templos-jubilares-en-las-diocesis/

https;//alfayomega.es/el-santuario-de-chandavila-signo-de-consuelo-y-conversion/

https://www.meridabadajoz.net/evento/viernes-de-pasion-santuario-de-chandavila-la-codosera/

https://joseluisolmoberrocal.blogspot.com/2013/05/que-paso-en-la-codosera.html

https://cronicasdetalavera.blogspot.com/2023/


Autores: Antonio Gómez Broncano y Cristóbal Cansado González






jueves, abril 24, 2025

LA OTRA MEJILLA

Este texto forma parte de la dramaturgia de la obra 
Yo no soy bonita de la asociación Molamanta-teatro, 
ganadora del premio Nuestra Provincia por la Igualdad, 
otorgado por la Diputación de Badajoz en marzo de 2025 

Cama de hospital. Hay una mujer acostada de lado. Suena un teléfono móvil. 

ELLA.- Sí, dígame…No…No…cariño…Es solo una forma…que no, mi vida…es una forma de saludar…que no…nadie, nadie de verdad…es solo una manera…de responder al teléfono. 

Pausa. Vuelve a sonar el teléfono 

ELLA.- ¡Hola, amor mío!…Claro que te he reconocido la voz… desde la primera sílaba…Bien, mejor, de verdad, estoy mejor… No, no hace falta. Estarás muy cansado de trabajar todo el día y necesitas descansar en una cama… En nuestra cama, sí. No en un sillón de hospital. De verdad que estoy mejor, ya sabes que soy dormilona. No despertaré en toda la noche… Me ponen un gotero antes de dormir y me quedo frita. Piénsalo, sí. De verdad que no es necesario…¿Cómo?...No pasa nada, tengo un timbre para llamar si necesito algo… Piénsalo y luego me llamas…Sí, mucho…No, de verdad…El tono es porque estoy algo cansada…No, de ti no, de estar aquí, en serio…Sí, sí, sigo en la habitación individual, así no me molesta nadie…Vale…Mucho…Adiós. 

Pausa. Ella se revuelve en la cama, pero siempre de perfil. Suena el teléfono. 

ELLA.- ¡Hola, cariño!... David, mi vida, de verdad que vas a estar muy cansado mañana y yo estoy bien…Pero, ¿qué sentido tiene que pases la noche en una silla viéndome a mí dormir como un lirón?...En serio…Es una costumbre que tenemos en España, en otros países los familiares no se quedan por las noches en los hospitales... De verdad... y sabes que yo a ti también…Hasta luego…No, te aseguro que no voy a ir a ningún sitio. Puedes estar tranquilo… ¿Cómo me va a molestar que me llames?... Adiós, adiós. 

Pausa. Intenta darse la vuelta pero desiste porque vuelve a sonar el teléfono. 

ELLA.- ¡Hola!...¡Sí, claro! ¿Quién me va a llam… No, no…Nadie, no me llama nadie…No, no, si me da igual ¿para qué quiero yo que me llame…De verdad que no, amor mío…Ya, ya lo sé…Estás muy cansado, en el trabajo te están explotando…Ni un día te han dado…Sí, claro que sí…Cuando tú quieras…¿Cuándo?...¿Antes?...¿De un timbre?...¡Ah sí! Que tengo un timbre al lado de la cama para avisar si necesito algo…Las auxiliares, supongo… Supongo. No he llamado nunca…Cariño, me dijeron que llamase si lo necesitaba pero no lo he necesitado…Sí, hay alguno, creo…Creo, creo…Uno, me parece que hay un auxiliar hombre…No, no lo sé… No me he fijado, de verdad…¿Cómo voy a saberlo?...No, cariño, no… 

Pausa. Vuelve a sonar. 

ELLA.- ¡Hola, amor mío!...Ya lo sé, no te preocupes…Yo sé que estás…No…No… Te lo prometo, no me levantaré en toda la noche…Segura, sí…¡Que descanses tú también!…Sí, cuando quieras…Todas las veces que haga falta…¡Hasta luego! 

Pausa. Con mucho trabajo se da la vuelta en la cama. El teléfono cae al suelo. Su perfil, antes oculto, está amoratado y tiene un ojo hinchado. Suena el teléfono. 

ELLA.- No, no. Por favor. (Intenta estirarse para llegar hasta el teléfono sin conseguirlo.) No, no. Cariño. No, no, no. 

Se va perdiendo el sonido del teléfono.

PEPA PINAR.




Josefa Pinar Matos
(Talavera la Real 1970) es licenciada en Filología Hispánica y graduada en Arte Dramático en la especialidad de Dramaturgia y Dirección Escénica. Profesora de Lengua Castellana y Literatura en el Instituto Enrique Díez-Canedo de Puebla de la Calzada. Tiene publicado el texto "El extremeño de Tentudía" por la Diputación de Badajoz en 2003. Ha participado con varios microrrelatos en la obra "Breverías" del Centro de Profesores y Recursos de Zafra en 2008. Su pieza teatral "Lenguas Muertas" fue publicada por la Federación de Asociaciones de Teatro en 2021 y en imprenta la obra "Cuatro dramaturgias de textos clásicos para teatro joven" por la editorial Algorfa. 



Ha investigado sobre "El teatro como herramienta pedagógica" tema de su trabajo de fin de estudios de Arte Dramático, sobre el que ha coordinado cursos para docentes en el Centro de Profesores y Recursos de Mérida y ha impartido dos comunicaciones, una en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid dentro de las Jornadas de Pedagogía Teatral en 2016, con el título de "Declamando en el Desierto" y otra para el Centro de la Música y las Artes Escénicas de Extremadura en Mérida en marzo del 2021. Desde 2007 dirige el Grupo de Teatro Joven "Molamanta" para el que ha escrito textos con los que la agrupación ha obtenido dos premios en el certamen Guiones para la Ciencia organizado por la Universidad de Extremadura en 2015 y 2017 y cuatro Premios Buero de Teatro Joven.




Con "Un rayo de Sol" obtuvo en 2019 el XI Premio al mejor texto teatral de autor extremeño convocado por FATEX, publicado en la Editora Regional de Extremadura.

jueves, noviembre 07, 2024

A ORILLA DE LOS LIMONETES


Hace muchos años, en Talavera la Real, se contaba una antigua leyenda sobre las sirenas que habitaban en las aguas cercanas. Se decía que eran seres de extraordinaria belleza que ayudaban a los hombres en sus tareas y que moraban en los ríos y fuentes de la región.



Sirenas sujetando un escudo. Dintel Casa Morillo.


Una noche de luna llena, un pescador, Pedro, decidió aventurarse en las aguas de la Rivera de Los Limonetes en busca de la presa más grande de su vida. Mientras remaba en su pequeña embarcación, escuchó una melodiosa voz que lo llamaba desde lo profundo de la rivera. Intrigado, se acercó a la orilla y vio a una hermosa sirena que se peinaba su largo cabello con un peine de oro.


Pescador en la Rivera de los Limonetes


La sirena, Minerva, le pidió ayuda para encontrar un tesoro escondido en las aguas de la rivera. Sin dudarlo, Pedro se sumergió en las frías aguas y juntos buscaron entre las rocas hasta encontrar un cofre lleno de monedas de oro y joyas preciosas.

Agradecida por su ayuda, Minerva le concedió a Pedro un deseo. Él, sin pensarlo dos veces, pidió que el pueblo de Talavera la Real prosperara y que sus habitantes vivieran en paz y armonía por siempre.

Desde ese día, se dice que la suerte acompañó a Talavera la Real y que la presencia de las sirenas en sus aguas les traía prosperidad y fortuna. Y aunque la leyenda de Minerva y Pedro se fue transmitiendo de generación en generación, en el pueblo siempre se recordaba con cariño la historia de cómo un pescador y una sirena lograron unir sus destinos por el bien de todos.

Sin embargo, con el paso de los años, la historia de Minerva se fue desvaneciendo en la memoria de los talaveranos. La vida moderna trajo consigo nuevos desafíos, y los jóvenes comenzaron a alejarse de la rivera, distrayéndose con las luces y los ruidos de la localidad. Las enseñanzas de la leyenda parecieron perderse, y con ellas, la conexión con la naturaleza y la magia de las aguas.


Barca típica de los ríos y riveras de nuestra tierra.

Un día, en el corazón de Talavera, Lucía decidió explorar las orillas de la rivera. Era una soñadora, con la mente llena de historias sobre sirenas y tesoros perdidos. Cuando se sentó a la orilla, dejó que sus pies tocaran el agua fresca y cerró los ojos, imaginando que la melodía de la sirena resonaba en su cabeza.

De repente, sintió una suave brisa que agitaba su cabello y, al abrir los ojos, se encontró con una visión deslumbrante: Minerva, la sirena del pasado, emergió del agua con una brillantez casi etérea. Lucía quedó atónita, incapaz de hablar. La sirena sonrió con dulzura y le dijo que había venido a buscar a alguien con el corazón puro, justo como Pedro en su día.



Sirena en la lápida-sepulcro de la Iglesia parroquial.


"Las aguas de la rivera necesitan recordar su magia," dijo Minerva. "La prosperidad que tanto deseó tu antepasado ha comenzado a desvanecerse, y con ello, la protección que otorgamos al pueblo. Pero aún hay esperanza, Lucía. Debes ayudarme a recordarles a todos, la importancia de la armonía con la naturaleza y la unión entre ellos."

Lucía, animada por la revelación, reunió rápidamente a los niños del pueblo y les habló sobre la leyenda de Minerva y Pedro. Juntos, decidieron organizar un festival en honor a las sirenas, donde revivirían antiguos rituales y tradiciones que habían caído en el olvido. Los padres y abuelos inicialmente se mostraron escépticos, pero pronto la energía contagiosa de la niñez encendió la llama de la esperanza. El día del festival, la rivera de Los Limonetes se llenó de cantos, bailes y risas. Los aldeanos construyeron una gran ofrenda en la orilla, adornándola con flores. Minerva, observando desde las aguas, sintió cómo la magia comenzaba a fluir de nuevo. Cuando la luna llena iluminó el cielo, la sirena emergió, esta vez acompañada por otras criaturas del agua, y juntas entonaron una melodía que evocaba momentos de unión y paz.



La juventud disfrutando de la rivera de los Limonetes.


Minerva, conmovida por la devoción del pueblo, vio que su deseo de prosperidad podía restaurarse. Agradecida, les prometió que siempre protegería la rivera y que su hogar estaría bendecido siempre que creyeran en la magia de la naturaleza y en la fuerza de la comunidad.

Desde ese día, tal y como había ocurrido antes con Pedro, la prosperidad regresó a Talavera. La gente aprendió a respetar la rivera, a cuidar de su entorno y, sobre todo, a recordar la importancia de estar unidos. La leyenda de Minerva y Pedro volvió a ser contada, pero esta vez se añadió un nuevo capítulo: la historia de Lucía y cómo, a través de su fe y su amor por la naturaleza, revivió la antigua conexión entre el pueblo y las sirenas.

Y así, el ciclo de la leyenda se cerró, pero su magia siguió fluyendo a través de las aguas de los Limonetes, recordando a todos que lo más valioso en la vida está en la unión, la gratitud y el respeto por nuestro entorno.


LAURA NÚÑEZ SALGUERO. Noviembre 2024.


 BIOGRAFÍA


Laura Núñez Salguero, asistente de dirección, técnico en comercio internacional y escritora, nace en Talavera la Real, en 1997, donde crece y descubre su amor por los libros desde una edad muy temprana. En el CEIP San José es premiada por ser la persona que más libros había leído del centro. Posteriormente, en su instituto Bachiller Diego Sánchez es premiada por el relato El miedo más común y, unos años más tarde, en el instituto Zurbarán de Badajoz, con el relato La máquina del tiempo, hechos que desencadenan la publicación de su primer libro: Emociones de papel, en 2018.


En octubre de 2022, nos deleita con su segundo libro, El resurgir de las letras, enmarcado en el género literario de surrealismo mágico.

En la actualidad, continúa formándose en distintas áreas compaginando esa formación con la escritura, cada vez más presente en su vida, motivo por el cual se presenta a todo concurso que le resulta interesante. Se mantiene con el fiel propósito de acercar la lectura a los más jóvenes, por lo que este año, ha participado en la publicación de una limitada antología junto a otras escritoras de la mano de Diversidad Literaria, Cosechadoras de historias.





jueves, octubre 17, 2024

"MARA". Por Lázaro Caldera Gómez.

Me han vuelto a despertar los vencejos, pese a que el nido que tenían en la ventana del cuarto desapareció hace tres días. Sé que alguien lo tiró, aunque madre dice que se cayó en la última tormenta. No me lo creo. Seguramente haya sido padre, o Satur, con el azadón.

Como siempre. Los he visto hacerlo en las naves de fuera. Me alegra verlos de vuelta, revoloteando. No se rinden: se van lejos, y regresan a los pocos minutos con el pico lleno de barro. Sueltan el pegotillo y se van de nuevo, en un afán de albañilería que les llevará al menos otros tres días. Desde la cama oigo su murmullo y el de los tractores arando las parcelas que rodean el cortijo. Anoche, en la duermevela, se me llenó el cuarto de ranas.

Casi las podía tocar. Encendí la lámpara y allí estaban. Soplaba un viento suave que las metía en el cuarto. La febrícula hizo el resto. Unas saltaban, otras se movían lentamente con su andar pegajoso entre las mantas y las sábanas. Otras trepaban por los juguetes, los libros, la cómoda. Otras croaban sobre la ropa que dejé encima de la silla. Desaparecieron justo cuando dejé de sudar.

Huele a café y a pan tostado. El tintineo de la puerta se mezcla con la conversación de los vencejos. Acaba de llegar alguien. Sube un olor agrio y amargo, tanto que pica en la garganta. Es Satur.



A los buenos días Antonia, le oigo gritar. Satur no habla, grita. Su voz taladra cada pared de la casa y se mete en mi cuarto como si él mismo hubiese venido a levantarme de la cama, ocupando el espacio que fue de las ranas y ahora es solo mío y de los vencejos. El olor a tabaco y estiércol es tan fuerte que se pega y desplaza el de la lavanda que cuelga del cabecero de la cama. Me levanto, abro la ventana y me siento en el quicio. Padre ya ha empezado a trabajar en el tejado del silo. Arrastra una placa enorme de acero y la deja caer. Pum. Coge otra plancha, la arrastra, y pum. Así varias veces, hasta que queda cubierta toda la telilla del techo, verde como sus abrigos de los domingos. Cae otra plancha. Pum.

—¡Abuelo, abuelo!

Me zarandean como a un monigote. La sombra que tengo delante no se apiada de mí ni cuando abro los ojos. Me agita con fuerza desde los hombros. Tengo la tentación de arrearle un bastonazo, pero el flequillo despeinado le delata.

—Manolín, coño, ni trasvelarme puedo.

—Lo siento, abuelo, pero es que me ha mandado mi padre a buscarte.

—Dile que ahora voy, anda.

El pequeño sale corriendo y se mete en la casa, voceando. ¡Papá! ¡Papá! Dice que ahora viene. La respuesta grave de Manolo sale del salón como el murmullo de un motor lejano, ininteligible, difícil de traducir, en contraste con la voz de flautín de mi nieto. Ante la puerta, el todoterreno ocupa la entrada principal hacia el camino de salida. El morro parte por la mitad el nombre, en azulejos, del cortijo. La bici de Manolín, diminuta, apoyada contra el imponente coche, resume en esos escasos metros años de vida.

Hay ajetreo de gente dentro, cacharros que van y vienen, un vaso que se rompe, risas, la gravedad de ultratumba, otra vez, de la voz de Manolo, cavernaria, línea de contrabajo en la sinfonía. Huele a café, sí. Y a puchero. Cierro los ojos y oigo todo tal cual era y estaba.

Pum. Cae otra plancha sobre el tejado del silo. Pum. Y otra plancha.

Las manos de madre son como lijas, pero me gusta tocarlas. La izquierda es ligeramente más suave. Con esa agarra los platos, los cacharros, sujeta los botes cuando trata de abrirlos. La derecha es un caparazón de tortuga, porque con ella agarra, restriega con el estropajo, con la nana, con el cepillo. Hace fuerza en la tapa para abrir los botes, las latas, las garrafas, las botellas. Le podrían amputar la mano izquierda y seguiría tan campante, trabajando como siempre, como si nada hubiese pasado. Seguro. Pero para mí sería horrible, porque esa, su mano izquierda, es la mano suave. Los dedos, por arriba, también son casi caparazones de galápago. De galapaguitos chicos. Ahora también tiene que agarrar el azadón, las palas, la escoba larga de la era y la del silo. Y cuando Satur no puede, es ella quien arregla y coloca las planchas del techo.


Hay que acabar el tejado, limpiar bien el suelo y pintar las paredes, y hay que hacerlo pronto, que se nos mete el verano, dice. Cuando la oigo decir que se nos mete el verano, pienso en el verano como un señor que se quiere meter en casa y aprovecharse de nosotros. Tiemblo y se me erizan los pelos de la nuca. Se nos mete el verano, repite, con una brocha gorda en la mano, repasando otra vez una de las paredes del silo, y después la otra, y la otra de más allá. Y el verano mirando desde la puerta, frotándose las manos y riéndose con la boca abierta, babeando como un perro muerto de hambre que se sabe más pronto que tarde con la boca llena de carne de la presa que tiene delante.

Piensa también que esto un día será tuyo, y te tocará también arreglar el silo, y limpiar los chiscones, y el palomar, sobre todo el palomar, y cuando no haya campo, tendrás casa y cuando no tengas casa, tendrás campo. Eso es así hijo, me dice, mientras refriega la pared con el estropajo. Eso es así, murmulla, entre suspiros, limpiándose el sudor con la manga del jersey.

Tac, tac, tac. Las pisadas de Satur arriba, en el techo, suenan como saltitos de urraca. Pum. Cae una de las últimas planchas que remata el tejado del silo.

—Este puto cortijo nos va a quitar el pellejo. Sus muertos —se queja el viejo, con amargura.

—¡Esa boquita! —replica madre, severa, desde abajo.

—Bueno está, bueno está —rumia Satur, de vuelta. Todavía se le escapan más juramentos mientras se suena los mocos.

Dibujo con ramitas círculos y figuras en el polvillo del silo. Me aburro, pero no quiero separarme de madre, que a ratitos aprovecha para darle un trago a la bota de vino. Un goterón moradito le baja por la camisa hasta el pecho. Se limpia con el brazo. La miro. Me devuelve la mirada, sonreímos, pero no tardamos en bajar la cabeza, en volver a clavar los ojos en el suelo. Canturrea, pero termina llorando. Yo hago como que no la oigo ni la veo, pero sé que lo hace, porque siempre se pone de lado o de espaldas, le tiembla la cabeza, empieza a decir ay, ay, ay, muy bajito, y a mí me empieza a doler la garganta y a picar la cabeza. Entonces es cuando pienso que nos está mirando, y que por eso nos ponemos tristes. Porque nosotros no podemos mirarle a él. Pero él a nosotros sí.

—¡Papá! ¡Papá! ¡Chacho!

Manolo ha salido a fumar y me llama desde la puerta de la casa.

—Otra vez has caído —me dice con retranca.

Le veo venir. Sí, otra vez cerré los ojos, me dormí. Pero ahora los abro sentado contra la tapia del silo. No sé cómo he acabado aquí, sobre el poyo, a la sombra de la glicinia. Se aproxima poco a poco tras lanzar el cigarro por encima de la verja, con un movimiento leve pero hábil de dedos. Está moreno, ese moreno cobrizo que delata a los que tienen suerte de irse de vacaciones más de una semana al año. Le veo poco, menos de lo que querría.

Cualquiera diría que es la misma criatura que levantaba un metro del suelo hace casi nada y tenía que rescatar del techo del silo dos veces al día, cuando subía en busca de pichones y salamanquesas. No tenía narices de bajarse después.

Desde la profundidad de su garganta asediada por el tabaco y el alcohol, regresa con lo de tantas otras jornadas: que venda, que me olvide, que me vaya. Sobre todo, que me vaya. Que me voy a pudrir aquí, solo.

—¿Te acuerdas? —le digo, mientras acaricio el tronco de la glicinia. —Apareció un día, de repente. Tu madre dijo que la arrancáramos, que se iba a cargar la pared y nos iba a levantar el suelo de la casa. Yo le dije que no. Le echaste sal unas cuantas veces y mírala, tres leches le ha dado.

—Está imponente, sí —contesta, sonriendo.

No voy a vender, Manolo. No. No voy a dejar que lo poquito que tengo desaparezca, ni me voy a pegar los últimos días de vida mirando fotos con lástima, echando de menos lo que puedo decidir seguir disfrutando, o tirar abajo, quemar si quiero, ¿qué más da? Pero no, no soy capaz de decírselo. Lo pienso mirando al suelo, picando en el barrillo con el bastón. Él se enciende otro cigarro, de espaldas a mí, exhala el humo, una mano en el bolsillo, la otra paseando el pitillo entre los dedos como una monedilla. Bajo el coche distingo la sombra de Manolín, que sé que nos escucha.

—Si vendo, se lo explicas tú —le digo, señalando con el bastón al niño. Manolo arruga la frente

—Tira para adentro, anda —Manolo mueve la cabeza en dirección a la casa y mi nieto obedece como un perrillo amaestrado, pero veo que no llega a entrar. Se queda detrás de la pared baja del porche, entre las macetas. Manolo contraataca.

—Qué ganas tienes de joderte lo poco que te queda

—Mira Manolo, no digo que no seas feliz, pero coño, déjame a mí serlo hasta que me muera. Luego haz lo que te salga de los cojones con la casa —espeto, y el ladrón de pichones de poco más de un metro que no era capaz de bajarse del silo, se da la vuelta y se mete en la casa, como cada vez que lo bajaba del techo de chapa con los bolsillos vacíos.



Manolín viene corriendo y se abalanza sobre mí. Los ojillos gachos hablan por sí solos. Le digo que sí, que todo estará bien. Que volveremos a la charca a coger ranas. Que traeré gallinas, y cogeremos los huevos. Y volveremos a perseguir a los gatos chicos para limpiarles

las legañas y darles leche. Sonrío levemente y cierro los ojos. Un soplo de aire agita la glicinia. Las ramitas secas caen sobre las chapas oxidadas del silo, que tintinea, sutil, en un ensayo suave de granizada.

—Manolo, sube anda, mira.

Solo le veo los rizos. Todavía tiene fuerzas para encaramarse ahí arriba estando como está. Me espera donde siempre, sentada al final del tejado. Subo y me siento junto a ella. Sus rizos me dan en la cara y me hacen cosquillas. Desde ahí, ambos nos quedamos mirando a la charca. El viento trae una verbena de ranas croando.

—¿Y si hacemos un merendero y una casetilla allí? —me pregunta con una amplísima sonrisa en la que aguanta una ramita de hinojo.

—Por mí como si hacemos dos.

Le acaricio la barriga. El niño patalea. Ella me dice que hoy está revuelto, y yo solo quiero que siga igual de revuelto cuando venga al mundo. Que no pare quieto. Que nada le pare. Que nada le pare, Mara. Manuel, hijo, sobre todo eso, que nada te pare.

—¡Abuelo, abuelo! Que te duermes.

Manolín me despierta. Mira, me dice. Una ráfaga de viento se lleva por delante casi todos los tiestos del patio y arranca parte de los azulejos del nombre del cortijo. Le digo que no se preocupe por los tiestos y que vaya al chiscón a por un poco de cemento cola. Cuando vuelve, recogemos los pedazos y vamos pegándolos poco a poco. M-A-R-A-V… Manolo sale de la casa voceando, llamando al pequeño.

—¡Niño! Nos vamos. Espabílate. Manolín me mira con los ojos apagados.

—Vete anda. Ya termino yo —le susurro, guiñándole un ojo.

Me da un beso en la mejilla y me dice al oído que me ha dejado una cosa en la entradita. Sale corriendo, se monta en el coche, y Manolo pega un acelerón marcha atrás que envuelve todo el patio en una espesa nube de polvo. El coche se hace invisible nada más atravesar el portón.

Pego los últimos azulejos en la pared. I-L-L-A. Voy a la entradita, abro el cajón del mueble y saco la caja de cigarros que Manolín le acaba de robar a su padre. Enciendo uno. Los tiestos ruedan bajo los azulejitos verdes y azules. La chapa del techo del silo silba entre sus dientes rojos de óxido. Me siento bajo la glicinia, recostándome contra la tapia. En lo alto del tejadillo de la casa, una pareja de vencejos juguetea con la cuerda de tender. Hemos hecho lo que hemos podido, Maravilla. Y vuelvo a cerrar los ojos.





Lázaro Caldera Gómez (Talavera la Real, 1991).

Ha colaborado en fanzines y publicaciones nacionales e internacionales (Pabellón de Inadaptados, Aion, Zarracatalla Poética) explotando el fotorreportaje, el collage, el montaje fotográfico y la poesía visual. Ha publicado numerosos poemas y relatos, escrito artículos y colaborado en múltiples publicaciones literarias, entre ellas, la antología Siete formas de vivir (MaLuMa Ediciones, 2023) y la antología de cuentos El vuelo de la palabra, el cuento en Extremadura (Editorial Extremeña, 2024). Forma parte de la Tertulia Página 72 y del colectivo artístico ARTA.