Hace poco se cruzó en nuestras lecturas un artículo sobre la presencia de la mujer en el descubrimiento, conquista y colonización de América. Acompañaban al artículo las últimas publicaciones y los recientes estudios que versan sobre estas protagonistas de la historia del Nuevo Mundo.
Recordamos que ya habíamos tratado de una mujer talaverana que viajó hasta el continente americano para después pasar a las islas Filipinas, acompañando a su esposo para la toma de posesión del Virreinato de Manila. Hablamos de Isabel de Ardila Guerrero, (podéis leer el artículo completo en el blog de Crónicas de Talavera https://cronicasdetalavera.blogspot.com/2006/11/doa-isabel-mara-de-ardila-guerrero.html ).
Han pasado ya muchos años desde aquel estudio y han surgido nuevas noticias de aquellos siglos, de sus personajes, de sus vivencias… y de más mujeres. Y aprovechamos este medio para ofreceos un breve artículo, y, que como siempre decimos, sirva de pie a futuras y más amplias investigaciones y aportes a la historia de nuestra Talavera la Real.
El título ha sido un puro juego de palabras. En realidad aquellas mujeres eran talaveranas de nacimiento, pero que llegaron a convertirse en americanas por residencia, y, buscando una palabra que mezclara lo americano y lo talaverano, se nos ocurrió la palabra “Almericanas”. Una palabra muy nuestra para decir americanas (aunque sea referidas a las gallinas).
En la época en la que nos situamos, la mujer no lo tenía fácil para viajar o hacer las américas. Su existencia estaba supeditada a la presencia y control de un varón: su padre, su hermano, su marido. Y esto también se reflejaba a la hora de solicitar permiso para viajar a las Indias Occidentales. Vemos en todos los casos en los que las mujeres en general, y talaveranas en particular, solicitaban estos permisos eran las esposas de… las hijas de… o las sirvientes o criadas de… El permiso siempre se expedía a nombre de varón.
Imaginemos a estas mujeres, que casi con toda seguridad no habían salido nunca del pueblo, viaje hasta Sevilla para que se les concedieran los permisos, estancias en esta ciudad que se podían alargar hasta años, después la travesía en barco, y si lograban superar todo esto y sobrevivir, enfrentarse a un mundo totalmente distinto, y encima en inferioridad de condiciones por el simple hecho de ser mujer.
Una vez llegados al Nuevo Mundo, lo más corriente y habitual era que se dirigieran a un lugar donde había gente conocida, parientes que habían viajado antes, lugares con buenas referencias de los que habían estado o habían enviado noticias o famosos por ser lugares idóneos para prosperar.
Nuestra protagonista de hoy se llamaba Ana Macías. No sabemos en que circunstancias viajó, ni en que fecha. La primera noticia que tenemos de ella es que mandó una carta a su prima María Deza que vivía en Talavera. La carta fue fechada el 6 de diciembre de 1.575 y la enviaba desde la ciudad de Puebla de los Ángeles (también conocida con Puebla de Zaragoza, es una ciudad situada en México, a medio camino del puerto de Veracruz y la capital del país). En esta ciudad estaba asentada una considerable colonia de paisanos de Talavera (otra curiosidad es que la cerámica típica de esta ciudad es la conocida como “talavera”, coincidencia eh!!!!). Otro núcleo importante de presencia talaverana estaba localizado en Perú.
En la carta le pedía a su prima que le enviara a una de sus hijas con su marido, claro, para que se hiciera cargo de la fortuna que había hecho allí. Suponemos que hacienda, tierras, casa, ganado, negocio… pues no tenía herederos en aquel país a quien dejar sus pertenencias.
Ante esta situación de mujer sola con un importante patrimonio, nos atrevemos a pensar que pudiera quedar viuda sin hijos, que fuera con sus padres y siguiera soltera a la muerte de ellos o que fuera en el servicio de algún personaje importante y fuera amasando un capitalito.
El día 30 de mayo de 1577, dos años después de enviar la carta, se concede licencia para viajar al Virreinato de Nueva España (Mexico) y a la ciudad de Puebla de los Ángeles a Marina Sánchez, natural de Talavera de Badajoz, hija de Andrés Pérez y de María Deza. Va con su marido, lógicamente, Juan Esteban, natural de Lobón. Viajaban con ellos sus hijos Juan y Maria (nacidos en Talavera). Todos vivían en nuestro pueblo. Y va a hacerse cargo de la herencia de su tía Ana Macías.
Nos gustaría haber podido contar el final de esta curiosa historia, pero desconocemos como sucedieron los hechos. Así que supongamos que fueron felices.
Lo que es cierto es que la situación de una mujer acaudalada, sola, regentando un negocio de cierta envergadura, a miles de kilómetros de su casa, en 1575, no es algo muy habitual. Y encima TALAVERANA, Toma ya!!!!!!
Imagen: Permiso o licencia para pasar a Nueva España (abarcaba México y parte de Estados Unidos) concedido en 1576 a nuestro paisano Hernando Asencio, viajaba como criado de Alonso Flores de Ovando.
P.D. Estudiantes, anímense a buscar TALAVERA en sus estudios e investigaciones, seguro que se llevan sorpresas!!!!
Cristóbal Cansado y Antonio Gómez. Febrero de 2019.
Artículo publicado en el periódico digital "Talavera con V" en febrero de 2019.
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