La historia que hoy compartimos con Vds. ocurrió hace casi 100 años. Concretamente los hechos se remontan a mediados de mayo de 1919.
Por lo que leemos en la prensa el consumo de tabaco estaba regulado, por escasez. De venta en los estancos, los consumidores tenían acceso a la ración de un paquete de picadura. El vicio por el tabaco en aquellos años debía ser importante, si no, no tendría sentido el que se formaran inmensas colas delante de las expendedurías para conseguir la “dosis”. Esta podría ser una perfecta explicación que justificara el contrabando de tabaco, amén de otros productos; actividad muy floreciente en nuestra zona fronteriza con Portugal.
En este ambiente aparecen nuestros protagonistas.
Antonio Giménez Silva, 35 años, vecino de Badajoz. Después de mucho tiempo en la cola del estanco, empujones, disputas y refriegas, consigue su paquete de picadura. Pero era tal el vicio que tenía, que después de liar unos cuantos cigarros, gastó el paquete pero no consiguió aplacar su ansia de fumar. En compañía de unos amigos decide “visitar” los cortijos, chozos y asentamientos de los alrededores de Badajoz para apañar lo que pudieran. Y en estas que llegan hasta el embarcadero de Talavera, en el paraje conocido como “El Novillero”.
Guardia Civil de Talavera la Real, con traje de gala.
Estaba de barquero nuestro paisano Agustín Tienza Bolaño, que además de llevar el trasiego de las barcas entre una y otra orilla del Guadiana, a la altura de lo que hoy conocemos como “El Badén”, tenía un chozo en el que vivía con su mujer (e
n la noticia no dice su nombre, y seguro que si algún familiar lee esta historia sabrá decirnos el nombre).
n la noticia no dice su nombre, y seguro que si algún familiar lee esta historia sabrá decirnos el nombre).
Llega Antonio Giménez al chozo de Agustín y le exige pan y … ¡¡¡tabaco!!!, amenazando con un “jocino”. Viendo que la situación se estaba complicando por momentos, sobre todo cuando Agustín, para defenderse, sacó una pistola de 12, los allí presentes, amigos de Antonio. amigos de Agustín, decidieron intervenir para aplacar los nervios y que no llegara a más. No sabemos si se llevó algo de pan, pero el tabaco se le negó rotundamente.
En su huída, Antonio Giménez es detenído por la Guardia Civil de Talavera (ya dedicaremos un estudio más amplio a la presencia de la Guardia Civil en nuestro pueblo, con toda seguridad desde 1854) y encerrado en el cuartelillo (¿sería el mismo que conocieron nuestros antepasados y que estuvo funcionando hasta los años 30 en que fue construido el nuevo cuartel de la carretera? nos referimos al que existía hasta hace pocos años en la calle Soeta y que fue demolido por las quejas de los vecinos. Ver foto que acompaña a este artículo).
Antiguo cuartelillo de la Guardia Civil de Talavera la Real, en la calle Soeta.
En su defensa, el detenido, Antonio Giménez, declaraba esto ante los “siviles”:
“Ná, señó don guardia, que si me hubiera negao el pan, güeno está, porque el pan nuestro es el de tos los amos de cortijos. Pero negarme el tabaco, que ahora no lo tienen ni los señoritos, fue un sublevativo pa mi concencia: que entre los cristianos er que lo tiene lo pone, y er que lo pone, se quea sin el”.
Noticia aparecida en el periódico “Correo de la Mañana” con fecha 18 de mayo de 1919.
Cristóbal Cansado y Antonio Gómez. Mayo de 2018.
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